
La alumna del colegio, de 2ª de la ESO A, Carmen Soria Garcia ha quedado finalista, entre más de 700 historias enviadas a la primera edición del Concurso Literario #historiasdejóvenes patrocinado por Iberdrola y organizado por la Editorial Zenda, donde el jurado compuesto por Juan Eslava Galán, Juan Gómez-Jurado, Espido Freire, Paula Izquierdo y la agente literaria Palmira Márquez han dado como resultado que nuestra alumna destaque con su historia.
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Desde la Junta Directiva le damos la enhorabuena por este premio y junto al agradecimiento nos pareció interesante hacerle una pequeña entrevista, muchas gracias Carmen por contestar a nuestras preguntas.
Título: 4 +1 ≠ 5
Autor: Carmen Soria García
Centro docente: Colegio Sagrada Familia, calle Jorge Juan, Madrid.
Érase una vez un lugar muy lejano, donde solamente vivían dos personas. Actuaban, vestían, eran y hablaban totalmente igual, excepto que había una cosa que les diferenciaba, era el resultado de esta simple suma 4+1. Uno de ellos decía:
—4 +1 = 5, pues si tengo 4 galletas y cojo otra más tendré 5 galletas.
Sin embargo, el otro pensaba totalmente lo contrario, y respondía:
—4 +1 ≠ 5, ya que mis 5 dedos de una mano no son iguales a los 4 dedos de mi mano más el quinto dedo, que es el pulgar, pues me falta medio.
Un día iban andando por la calle, cuando uno empezó a decir, señalando las nubes:
—Esas cuatro nubes más esa no son iguales a aquellas cinco.
—Estas 4 baldosas del suelo más aquella no son iguales a estas cinco —contestó el otro.
Según iban andando por la calle se fueron dando cuenta de que no había 5 cosas iguales, pues las baldosas una tenía una mancha que el resto no tenía, y por esto no había ninguna igual. Las nubes, unas con forma de ovejas, peces y animales de todo tipo, y cada una con su forma única.
Cuando terminaron el paseo, uno
de ellos dijo:
—Tienes razón.
Cada palabra dolía como 100 disparos, la primera y la última vez que pronunciaría esas dos palabras, pues no le tenía que dar la razón a nadie, pensaban lo mismo.
—Las nubes, no hay 5 iguales; ahí están las 4 ovejas más el pez, que no son iguales a esas 5 del fondo —argumentó, señalando el cielo—. Por no hablar de las hojas, plantas, flores…
Con el tiempo se fueron dando cuenta de que no había dos cosas iguales, y ellos tampoco eran iguales, uno alto, el otro bajo, uno rubio, el otro moreno…
Desde ese día, empezaron a vestirse diferente, a pensar completamente lo contrario.
—Esto es más divertido —pensaban ambos.